Recuerdo...

El sabor del lechazo. Tu primera mirada. La humedad en las rezumantes cuevas alojando el vino. El silencio. El paseo en bicicleta. El aroma de “tus plantas”. Tu relato. La llama posada en el café irlandés. La barra de labios de frutas del bsoque. La primera llamada. La fotografía tomada en París. El tren de vuelta. El descubrimiento. La lectura compartida. La manta de cuadros del sofá. El amanecer. Un juego de madera. Los eternos diálogos. La duda. La risa provocada por el tintineo de un sms. El rápido transcurrir de las horas. El fin de semana en Praga. Tus “challenges”. Un mensaje cantado. Uno encantado. Las buenas noches. El viaje a Lisboa. Las gotas de la lluvia en mi cara bajo el cielo gallego. Una taza de café humeante con un trozo de chocolate negro frente a la chispeante chimenea. El eco de la montaña. Un rizo cayendo sobre mi frente...

Invocación que dibuja en mi rostro la sonrisa evocadora de lo sucedido, de lo imaginado... de lo vivido fuera y dentro de un latido