viernes, marzo 28, 2008

Migas

La tarde caía, y con ella la sobra sobre la encalada fachada. La silla junto a la puerta, el aire limpio de la calle invitaba a la actividad sosegada. Las mujeres cosían. Cada uno en su puerta, y en cada puerta un corrillo.

La opaca hoja desgastada, delataba lo usado que estaba el viejo cuchillo, el gris de sus pantalones lo acompañaba. Como empuñadura, un paño tan blanco que contrastaba con el color de su propia piel, casi siempre tornada por el sol. Su huesudos dedos agarraba con fuerza a su viejo cómplice de hoja afilada en cada ocasión. Con su mano derecha sostenía la hogaza, apretándola suavemente pero con seguridad contra su pecho. La cabeza medio ladeada, mirando hacia el pan. El pelo hacia atrás, oscuro, sublevándose al paso de los años. Primero cortes hacia abajo, juntos, muy juntos, luego giraba la cuchilla perpendicular mente y comenzaba el corte, deslizando lentamente el cuchillo hacia él, desde la parte de atrás de la hoja hacia el filo. Los pedacitos caían sobre la fuente. Muy finos, muy muy finitos. Era como debían ser. Eran como tenían que ser.

- Mañana nos vamos de merienda

Casi podía sentir el tacto de la bolsa de la merienda. Ver sus dibujos naranjas y verdes sobre el fondo blanco. Podía percibir el aroma de la manzana en su interior. Y su mano a través de los campos, entre amapolas y milanos, enseñándole los restos de una avioneta caída, y losa historias bajo la sombra de un árbol. Lo miró...




lunes, marzo 24, 2008

¿Primavera?

Te he visto...

sacala del bolso

miércoles, marzo 19, 2008

Creo...

Creo... creo... creo que ha pasado un ángel


huele a ...









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