Un café irlandés
Él desvió su mirada. Fueron apenas unos segundos. Ella,
segura de su gesto, lentamente, pero descarada y exageradamente giró su cabeza
en la misma dirección.
El aire, cómplice, atrapaba palabras, música y risas,
hasta hacerlos desaparecer. Solo él y ella, frente a frente en aquella penumbra
artificial creada especialmente para ellos.
Él tomó la copa en la mano, la zarandeó suavemente y tomo
otro sorbo de café, que quedó suspendo un instante en la comisura de sus
labios. Ella, dejaba caer su dulce mirada sobre aquel torrente de palabras que
él había guardado durante horas, meciéndolas en aquel silencio simulado.
Con el último sorbo, ella sintió el leve temblor de la
incertidumbre, él se supo atrapado por aquellos ojos que le habían fascinado.
Caminaron hacia la puerta.
Él se apoderó del alcohol evaporado tras prender el licor
que el aire liberó a modo de despedida.
Sobre ella quedó la huella emborronada de una copa tibia aún...