lunes, febrero 02, 2009

Pie con pie

No lo sabía, pero aún no había superado el número cinco. Sus enormes ojos azules delataban la inocencia que encerraban. Solamente había llegado al número tres. Tambaleándose sobre los pies envueltos en rosa y blanco, alzaba los brazos buscando el equilibrio. Llegó al número siete. El mundo insignificante caía bajo sus invencibles pasos. Su prisa la espoleó. Sus tirabuzones saltaban en el aire. Su risa ahogó la advertencia. Y sus rodillas tocaron el suelo. Se sintió desorientada. Y el descomunal mundo apareció nuevamente a su alrededor. Una mueca se dibujó en su cara y la lágrima contenida brotó. Hasta que una voz la acarició y unas manos la irguieron. Aquellas que tan a menudo olvidaba escuchar y tomar, pero que siempre la acompañaban

1 Comments:

Blogger Natacha ...

Esas que siempre están, presta a ayudar y que solo se echan de menos cuando ya no están.
Un beso, bonita.
Natacha.

4/2/09 19:48  

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