Una rosa azul...
Se le olvidó que aún no había llegado al final del camino. Su lento y casi imperceptible vaivén lo mecía al caminar. Movía la brisa con un leve bracear. Y se le olvidó que no debía dejar de caminar...
Y reía. Reía mientras iba y venía. Y dejaba entrever sus pequeños dientecillos, igualitos, igualitos. Y subía y bajaba. Y se paraba a recoger manzanas. Y enfriaba en agua las sandías. Y no dejaba de subir y de bajar. Y no se daba por vencido. Y se enfadaba. Y chirriaba los dientecillos. Y gruñía. Y se le olvidó que no debía dejar de caminar...
Y curioseaba. Y se apeaba y miraba. Y se llevaba un rosal. Y no dejaba de subir y de bajar. Y volvía por magnolios. Y se reía. Y su pelo ondulado dejaba caer un tímido mechón sobre su frente. Y se perdía entre naranjos. Y se le olvidó que no debía dejar de caminar...
Y abría un cine para ti. Y descubría un lugar, y te llevaba. Y no dejaba de subir y de bajar. Y asentía con la cabeza. Y no hablaba. Y se comía el helado más grande del lugar. Y repetía de tarta. Y masticaba los caramelos. Y le seguías dando cinco vueltas a una plaza. Y se le olvidó que no debía dejar de caminar...


...Y cuan Pegaso retornando al Olimpo, fue recibido por serafines, querubines y tronos, quienes lo esperaban para pedirle consejo, llenándose de su alegría, prudencia y discreción. Y un elenco de dominios, virtudes y poderes le estrecharon la mano, y lo sentaron en su mesa. Y principados, arcángeles y ángeles lo abrazaron para montar por siempre sobre él en sus viajes....
2 Comments:
Ahora lo veo todo azul... y huelo su aroma... y siento el tacto del terciopelo...
Qué hermosa idea la de Pegaso.
Saludos
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